viernes, 19 de noviembre de 2010

Difícil decisión

capitulo nueve

Llevo varios años lejos de mi tierra, años extrañando, años añorando lo que no tengo en Madrid, años pensando en volver, pero no han sido razones suficientemente fuertes para regresar. Tengo lo que he querido en cuanto a mis logros profesionales, tengo varios estudios, hago lo que soñé, y eso me satisface. Tengo un departamento propio, mi trabajo es bien remunerado, no tengo en excesos, pero tengo para darme mis gustos muy de vez en cuando, el auto no es el que soñé pero no deja de ser hermoso. Tengo amigos a la distancia, pero los tengo, tengo a mi familia íntegra, siento que tengo lo que quería para mí, pero aún me falta cumplir uno de mis anhelos mas grandes, hijos. No los tengo por convertirme en una egoísta, por no querer dar ese tiempo y disfrutarlo en placeres que son satisfactorios por momentos. Hoy los quiero, hoy quiero estar comprometida al cien con una personita que dependa absolutamente de mí.

Llamo a Ignacio. No me responde, supongo que está trabajado.
Lo llamo a él, espero pero no obtengo resultados. Espero unos minutos y vuelvo a intentarlo... me doy cuenta que no quiere saber de mí, no lo culpo. Voy a su casa a buscarlo.

Mientras voy camino a su morada, comenzaron los recuerdos de mi pasado y volvió a mí, aquella angustia de cuando estuve embarazada. Él nunca lo supo y creo que nunca lo sabrá. Fue terrible enterarme de aquello, mi corazón comenzó a latir fuertemente y mi palidez denotó preocupación de inmediato, temblaba, mis manos sudorosas no dejaban de temblar y mi mente bloqueada no podía pensar, no tenia razonamiento de lo que estaba sucediendo. La primera solución que se vino a mi cabeza fue el aborto, creí que era mi única opción, creí en realidad en muchas cosas que no eran las indicadas. Aunque tenía para hacerme responsable y él estaba en un trabajo estable, y era absolutamente independiente, sentí temor de no poder ser la madre que quise, no me sentía preparada para tal responsabilidad. No lo quise, de un principio no me di el tiempo para sentirlo dentro de mí, no dejé que mi mente soñara un poco y viera como sería el futuro junto a esa personita. Fue así como lo maté, porque no lo quise, lo maté porque no quise asumirlo y porque no le di la oportunidad a él, para quererlo. No hice nada, mi cuerpo lo rechazó. Pienso que fue tanto el rechazo de mi parte que mi cuerpo no tuvo otra opción que dejarlo ir. Mi ciclo siguió puntual, como de costumbre.

Llegue a su casa. Golpee la puerta. Se demoraron en abrir, esperé unos minutos, y salió él. No dijo nada por segundos.
- ¿qué haces aquí?- me preguntó extrañado, confuso y a la vez medio emocionado. El brillo en sus ojos me tranquilizaron.
- vengo a conversar – respondí medio dura, - ok, pasa... toma asiento- cierra la puerta y mientras me siento en el sofá, él se va a la cocina y sirve dos vasos de jugo. – ¿de que quieres hablar , Isa? – me pasa el jugo – quiero hablar de nosotros, de lo que fuimos.... .- le respondí exasperándome - ¿existe un nosotros? – preguntó con rabia y mirándome a los ojos fijamente. Quedé media confusa, porque nunca había sido tan confrontasional. – si, existe, existió y quiero que exista un nosotros- le dije emocionada.- quiero estar contigo, no sabes cuanto he deseado este momento y no sabes cuanta noches soñé con tenerte a mi lado, y si no separamos hace años atrás, sabes bien la razón, no quería lastimarte mas de lo que ya estábamos.- lo miraba a los ojos, deseando que por un momento no me conociera tanto, para leer a través de mi.- sé que el tiempo nos alejó, nos dejó como dos desconocidos, dejamos que el amor se transformar en olvido, y el recuerdo de ambos fuera solo imágenes de un pasado que nos afectó de cierta manera en nuestras vidas por separado.- no decía nada, me escuchaba y lentamente una leve sonrisa se le notaba en los labios. Me paré. – Te quiero, y me cuesta asumir que serás el único hombre de mi vida al que he amado. No te voy a negar que he estado con otros, pero a nadie le dije amor, no he encontrado a nadie que se parezca a ti. Y pase lo que pase, aunque otro esté a mi lado, en silencio siempre te voy a querer, siempre te amaré.- llorando lo vi, lloré y lo abrace. Lo sentía tan mío, tan débil en mis brazos, era como estar viviendo un sueño, de esos que en cualquier momento tienes que despertar. – te amo tanto .- me dijo y me beso. – ¿qué haremos?.- me pregunto susurrando al oído.- yo sé lo que tengo que hacer.- lo mire fijo a los ojos.- y en mis planes entras tú. Pero no se si yo en los tuyos tengo alguna cabida.- lo solté de a poco.- obvio que si, tu eres mi vida, eres mi musa y lo sabes, eres mi aire y mi sangre. – me besó nuevamente.- yo me voy mañana. Tengo que volver a mi trabajo, tengo que volver a mi rutina y mis responsabilidades, no se cuando vuelva a venir otra vez, quizás una o dos veces al año... y no quiero eso. – me senté nuevamente y él junto a mí.- pero... yo no puedo dejar todo e irme así... me encantaría estar contigo, pero mi trabajo, mi familia..... – esa es la respuesta que no quería escuchar, pero la diste. Entonces la decisión está tomada. Piénsalo, y aquí te dejo mi teléfono. Si quieres estar conmigo búscame. – me fui llorando, pensé en Ignacio, y por primera vez, pensé en el como una tabla de salvación, como la compañía para no estar sola. Y no me gustó. Me fui corriendo, y él no me siguió. No me llamo y en la noche no me acompañó.

Esperé unos minutos y me fui al restorán en el que me iba a juntar con mis amigos, para mi despedida. Ahí estaba Raúl quien informo a todos que viajaba conmigo, la Pame se bajoneo mas, pero tiene que ser así. Y durante toda la velada mi mente bajaba al mundo de los sueños. Nos despedimos, y las lagrimas contenidas durante toda la noche, afloraron en todos, un llanto de angustia nos estremecía. Nos fuimos.
Siempre ha sido difícil desligarme de mis amigos, y el dejarlos me hace sentir una mala persona, pero ellos me dan la fuerza necesaria para seguir adelante.

Al otro día viajábamos. La decisión de Raúl estaba tomada, y la mía también.

Las Razones de mis cuestionamientos

capitulo ocho

A eso de las diez de la mañana llegó de improviso Raúl, me sorprendió de sobremanera, pues a esa hora debería estar en su trabajo. Sorprendida lo hice pasar, yo andaba como de costumbre al despertar, descalza y con mis ojos pequeñísimos, pues el cansancio y el sueño eran inmensos. Lo observé unos segundos y noté en su rostro algo de preocupación, como medio aproblemado. Y como siempre comencé con mis supuestos que me hacen divagar en un mundo medio cinematográfico, que tienen poco que envidiar a los ganadores de un oscar.
-Pasa. Le digo refregándome los ojos. – ¿café?- pregunto, mientras pongo el hervidor y dos tazas sobre la mesa.
-Bueno, bien cargado please. Se sienta frente a mí en la mesa de la cocina.
-Al grano raúl,... ¿qué paso?-
-Como me conoces..... – me dice sonriendo-
-Toda una vida, amigo mío- y le sirvo el café, me siento a su lado esperando a que comience su historia, pues sabía que hay cosas que solo le ocurren a él.
- Hace un tiempo sufro de acoso por parte de mi jefa, me hostiga, me llama, me busca, no me deja trabajar tranquilo, y yo no soporto mas toda esta situación, tu sabes que quiero mucho a mi pareja. – suspira denotando un cansancio.
-Pero ¿te has acostado con ella?- pregunto al grano-
-No. Y lo peor de todo es que por el constante rechazo, ayer me despidió. Me quedé sin pega y no se que hacer.... llevaba tantos años en esa empresa, y con lo que cuesta conseguir trabajo acá, se que se me va a hacer difícil, además ganar lo mismo es de varios años. Estoy preocupado, tengo un hijo, una casa que mantener, tu sabes , las cuentas y uf! Un sin fin de deudas.
-¿Necesitas dinero?, te puedo prestar algo....-le tomo la mano
-No no no, - me dice enérgicamente- quiero pedirte un favor inmenso. ¿Me puedes dar alojamiento en Madrid?.
-Por supuesto, yo me voy en tres días. Vamonos, sacamos los pasajes y la visa de trabajador. Llamo a Ignacio y le pido que te consiga un trabajo, estudiaste para manejar empresas, así que será mas fácil. Piénsalo, te doy tres horas, convérsalo con tu señora y me das la respuesta. ¿te parece?.- le pregunté
-ok, gracias!, te llamo luego.- se despide, y se va.

Me quedaban pocos días y el martes mis amigos me harían una despedida, pero como era de mi costumbre, aún no decidía nada, no lo he llamado, no lo he buscado, no he pensado en lo que quiero. Salí a caminar por las calles de Valparaíso, pensando en lo que debía y quería. Me senté en una banca de una plaza y me dedique a disfrutar de la compañía de extraños, observe cada rincón, cada mirada perdida, cada niño corriendo por el lugar, y añoré el estar otra vez aquí. Mi melancolía explotó al máximo, y las lagrimas entristecidas caían sobre mis mejillas, no las podía contener y ahí me cuestioné si sería feliz estando con él o lejos de todos. Lo llamé, pero no contestó. Le dejé un mensaje esperando que me llamara luego. No lo hizo.
Llamé a mi amiga.
Es extraño este sentimiento de amistad, es una mezcla de cosas, una angustia constante cuando no se sabe del otro y una felicidad inmensa cuando estas en contacto y sabes que está bien. Son lazos muy fuertes que disipan las preocupaciones de tu vida, los amigos están ahí cuando necesitas que estén. Muchas veces pienso y valoro a los amigos mas que a la familia, y tengo la suerte de decir que los tengo y cuento con ellos.
La Pame, es una mina chora, fuerte, no es expresiva, cuando no quiere serlo. No cae bien a la primera y creo que a la segunda tampoco, solo el tiempo y la dedicación hacen cambiar la imagen que uno tiene de ella, a simple vista y sin conocer. Por mucho tiempo ha sido una persona que admiro por su inteligencia, su actitud, su manera de ver las cosas de la vida, mas un sin fin de virtudes que son motivantes. Aunque a veces suele ser muy ruda para decir lo que piensa y cree, especialmente cuando ha sido conmigo, es sin duda un fortalecimiento constante de en mi manera de ver y sentir las cosas, porque abre mis sentidos y deja entrar lo que mi testarudez no me deja incorporar a mi mente. Hay veces que me sobrepasa la rabia que siento cuando me contradice lo que digo y si la mayoría de las veces me hace entender que no tengo la razón, sino, me da las herramientas con sus palabras para que entienda y vea la realidad. Esa frustración que queda contenida por varios minutos se transforma en rabia, pero no hacía ella, sino hacia mi, porque me cuestiono el por qué no me doy cuenta de ciertas opciones que tengo que tomar o bien el por que no me doy cuenta de las cosas antes. No se si soy muy soñadora o es que en verdad soy muy volada y los detalles no los noto a simple vista, siempre tiene a haber alguien que me ayude a ver lo que no puedo, o a veces no quiero y me hace entender que no debe ser así.
La Pame se juntó conmigo de inmediato, dejo de lado su trabajo, que es extenuante, para regalarme las palabras que hacen que me estremezca dejándome la puerta abierta para que tome la decisión. Como siempre mis palabras divagan un poco antes de llegar al fondo, mi preámbulo es largo, dejando a la otra persona uniendo los hilos para construir la idea. _ “cuesta llegar al punto” me dijo la Pame – “pero se logra”- y es ahí cuando nos embalamos en la conversa por horas. Le conté toda la situación con él, y de inmediato empezó el psicoanálisis para lograr llegar a entender lo que creo y siento. Según ella, es difícil de entenderme, pero no imposible, lo logró, y con esas frases cuestiona mis razones para no estar con él. Y como años atrás escapo a las situaciones que provocan cambios en mi vida, de todas maneras, no sé que hacer. La Pame dice que yo sé lo que quiero, que estoy clara, pero tienen que presionarme para que lo diga. No sé si esta vez sea igual.

Sus palabras resuenan en mi mente y sus hipótesis ya comenzaron a tener un efecto retroactivo en mí. Mis ojos dejan de estar nublado y comienzan a vislumbrar lo que intrínsecamente hay en mí. La decisión no está tomada, pero estoy clara. Me voy a mi departamento.

Sé que tiene su vida medio clara, pero aún la veo cabizbaja, no se si por la ruptura o porque aún está buscando el hijo que ha esperado por muchos años. El Gabriel para mi gusto era el indicado, la sabe “dominar” en un sentido de caracteres, no porque el sea un bruto, sino que la comunicación que llevan y el razonamiento que ambos tienen, dejan entre ver que a pesar de lo que crea la Pame, Gabriel es un poco menos fuerte en sus opiniones, quizás da esa impresión, a pesar de todos los sufrimientos que éste pudo haber ocasionado se le nota que con él se siente feliz. Y si bien el rompimiento fue doloroso, creo que aún pueden solucionar las cosas y estar juntos otra vez.

A la Balanza

Capitulo siete


Lo miré y le besé la frente. Teníamos que pasar a esa etapa tan odiada por mí; hablar de lo sucedido. ¿Por qué las cosas se tienen que hablar y no dejarlas pasar?. Sabía que ese era el paso y de una manera media extraña, me daba inseguridad, era algo como estar desnuda frente a alguien sin conocer, sentí pudor, pudor porque mi alma y mi corazón tendría que desnudarse era explicar los sentimientos que surgieron, o que siempre han estado. Se sentó en la cama y me dijo la típica frase trillada, pero que encontré tan romántica en ese momento: “fue maravilloso… te extrañaba tanto. No ha existido mujer que me haga sentir lo que tu me haces sentir…”. Ahí me pregunté ¿Qué era lo que realmente quería?, no le dije nada. “Isa, quédate conmigo, no te vuelvas a Madrid…”- no le contesté- “casémonos, estemos juntos, seamos lo que nunca pudimos ser…, no quiero que volvamos a estar lejos…”- me miró fijamente a los ojos, como tratando de interiorizarse y descifrar lo que pensaba- “dime ¿que dices?- otra pregunta que no quería responder, en realidad no sabía que responder. Sentía que lo quería, y que siempre lo he querido, pero por otro lado, ya no lo conocía, ya no sabía de él, solo pequeñas fracciones de lo que hizo en estos años, él no sabía de mí, pero el pasado que tuvimos juntos es lo que nos marca. Un intento de asesinato al amor que nos teníamos, pero que no resultó. Él, aún me ama y yo no sé, no se que debo sentir. El pasado fue complicado y si bien cuando le dije que termináramos él no dijo nada, las cosas salieron mejor para ambos.
- no se que decir- respondí tímidamente.
- ¿Qué quieres?, eso quiero saber, ¿quieres estar conmigo, quieres ser nuevamente mi pareja y retomar lo anterior?, dame respuestas, dime algo para seguir creyendo que todo lo que hago tiene un fin- estaba muda, decir lo que quiero sería difícil y decir lo que siento, aún mas.
- La verdad es que tengo muchos compromisos en Madrid, y nos los quiero dejar, me ha costado mucho tener lo que he construido con los años, la posición que me gané por mi esfuerzo y la responsabilidad en mi trabajo me han llenado de satisfacciones que por momentos me hacen creer que estoy feliz, aunque sé que tengo el afecto acá, a los que realmente me quieren y quiero, pero la comodidad que me proporciona Madrid , no la obtendré acá.- Fue lo que pude responder, y sin ir mas lejos, era una realidad, no dejaría lo que tengo por volver, aunque pierda el cariño de él. Sé que lo quiero, y que por muchos años no lo he podido olvidar, pero ¿Vale la pena dejar todo lo que he logrado, por un amor que ha pasado hace tantos años y que no se si tendrá buen futuro?. Si todo termina ¿Qué hago yo?, ¿Cómo vuelvo a retomar todo lo que un día dejé?. Callé, solo lo miraba fijamente a sus ojos, como en otros tiempos, tratando de convencerlo de que tenía que tomar una buena decisión, que ya no era una niña tiraba todo por conseguir una cosa.
- Me voy contigo- me dijo, sin chistar y desdecirse, quedé inmutada por varios minutos, pensé en que podría ser una buena opción, pero…. Era difícil para mí, decirle que se fuera conmigo, tanto por la relación que mantenía con Ignacio, y porque en realidad no sabía que era lo que quería exactamente, no me podía explicar el sentimiento que surgía por él. Guarde silencio, él no volvió a repetir nada.
Esperaba una respuesta, y yo igual, necesitaba responderme, necesitaba estar clara. La confusión estaba presente y no tenia fuerzas para decidir lo que quería. Dividida, así me sentía, dividida por una historia y por una vida nueva.
En España, aunque no quiera admitir, tengo lo que necesito, y aunque sienta que no estoy enamorada de Ignacio, él es un gran aporte para mí, es mi compañero, en esta etapa de mi vida, es mi complemento, es lo que quise para convivir, es lo que elijo como ideal para mi. Si tengo que llegar a elegir entre una vida estable, satisfactoria y segura, a una vida de incertidumbres, inseguridades e indecisiones, me quedo con Ignacio. Pero aún así, no dejo de pensar en él, la pasión, el deseo, la necesidad, me las está ofreciendo él. Me está ofreciendo algo que aún no encuentro en Ignacio, seguridad emocional, será ¿que él me ama?. A veces siento que nunca sentiré amor por otra persona que no sea yo misma, y eso me confunde y me desorienta. Busco una perfección que no existe, busco a una persona que me entregue lo que quiera, pero que sea de verdad y sincera. Es difícil que piense que él no tiene imperfecciones, al contrario, es imperfecto; pero como no querer las imperfecciones que me llevan a la lujuria, su desorden, su espíritu aventurero extremo, sus gestos que no son de los mas deseados en la sociedad, su timidez que se complementa con la mía y que juntos no hacemos mucho. Me pregunto si lo que estoy sintiendo por él ¿es amor, o en realidad es un capricho? O ¿solo es la pasión y deseo que ya está satisfecho?.

Pasan unos segundo y vuelve a preguntar que es lo que quiero, sigo pensando sin poner los pies en la tierra y en la realidad que estoy viviendo. Lo miro como perdida en un mundo sin respuestas, lo miro como queriendo esconderme y no verlo mas, lo miro como observando a un gran ser que me está interrogando y no tengo las respuestas que quiere escuchar. Lo miro y no me canso de verlo y sentirlo cerca mío, pero reacciono a su pregunta:
-No se que es lo que quiero- le dije.
Un silencio ensordecedor, me miró confundido. Sus ojos comenzaron a llenarse de lagrimas, lo sentí distante, tenía preguntas y no las hacía, ¿qué mas iba a decir? Si no tenia respuestas.
-¿Cómo que no sabes lo que quieres? Y todo esto ¿qué fue?- me preguntaba desesperado .
-Es que hoy no te conozco, hoy no se quien eres, y eso me confunde. Te amé, amé al de antes, al que no le importaba nada lo que sucediera en el futuro, al que daba todo por conseguir lo que quería, al que soñaba con ser el mejor en lo que hacía, al que me amaba y lo demostraba, al que me buscaba sin cansarse, al que gritaba y cantaba cuando quería, al que me cobijaba cuando hacía frío o tenía miedo, al que antes no huía de los temores que sentía y me retenía cuando sentía miedo por algo. Pero todo eso me confunde, ya que no se si queda algo dentro de ti, y no se si de verdad quiero tenerlo otra vez. Y todo lo que ha pasado en estos días, no me lo he podido explicar, no se si fue por tu recuerdo, por todo lo que representaste en mi, por todo lo que me enseñaste, o de verdad fue por lo que eres ahora, en lo que te has convertido, por la experiencia que has ganado. No tengo respuestas. Solo tengo preguntas que no se darle respuestas.
Le tome las manos, las tenía frías y sudorosas, yo temblaba, baje la cabeza y la apoye en su pecho, comencé a abrazarlo lentamente, como un imán, me sujetó fuerte a su pecho, me envolvió entre sus brazos. Era como si no quisiera que lo soltara.
-Discúlpame por no ser clara con lo que siento, disculpa por no tener la respuestas que esperabas, disculpa por darte ilusiones sin siquiera saber si yo las tenía.- creo que con eso volví a sentenciar la muerte de algo que pudo ser y no fue.
Me soltó sin decir nada, se vistió, me miró por ultima vez, y sus ojos denotaban tristeza, amargura y dolor. Caminó a la puerta y dijo: “Ojalá que no te arrepientas de lo que acabas de hacer...... yo estoy arrepentido por haber escapado hace años, pero no me arrepentiré de lo que haga de ahora en adelante........ te amo y no lo niego”. No lo retuve, lo dejé ir.
Lo miré por la ventana, y como años atrás no tomé las decisiones que inquietan a mi corazón, como es de mi maldita costumbre, dejo que las circunstancias de los actos afecten mi vida y eso me ha dejado tranquila. Él tampoco me ayudó, solo se fue, me dio el camino mas fácil, el que estoy acostumbrada a tomar; el olvido de lo sucedido, el volver a Madrid sin pelear por lo que quiero. Y sus palabras seguían resonando en mi cabeza, si me arrepiento no podré hacer nada.

Mi plazo se había cumplido, tenía que volver, tenía que dejar todo lo que quiero para regresar a un país, que si bien me a brindado satisfacciones económicas, no lo ha logrado al máximo con los afectos, aunque tengo grandes amigos allá, no es lo mismo que estar con los que me han visto crecer en toda mi vida.

domingo, 31 de octubre de 2010

El romance

capitulo Seis


Lo llamé a eso de las seis de la tarde, le pedí que nos juntáramos. No puso objeción. La hora y el lugar lo confirmaba él, en un rato más.
Me senté en el sillón, prendí la radio y un cigarro, pensando en todo lo que estaba sucediendo, ¿Qué haría?, me preguntaba una y otra vez. No había respuesta alguna. En eso llegó Ignacio, sabia que tenía que llegar temprano, al otro día volvía a Madrid. Se sentó a mi lado y me beso. Yo solo seguía los instintos, con un poco de culpa, por lo sucedido la noche anterior. Me juntaría otra vez con él. Ignacio seguía, con su instinto sexual, yo como una esclava de antaño, no lo detenía. Pero cuando la cosa ya iba mas y mas acalorada, casi convenciéndome, suena el teléfono. Nunca había contestado el teléfono cuando mantenía relaciones. Esta vez sucedió lo contrario:
-aló- Ignacio extrañado por la actitud, se paró y se fue a la cama, no dijo nada, pero en ese instante algo sucedió.
Traté de disimular, pero era él. Hablé bajito y concrete la cita. Sabía que Ignacio viajaba a Santiago esta noche, el avión salía temprano. Me quedé en el sillón semi desnuda unos quince minutos, me fume un cigarrillo. Pensaba una y otra vez en la excusa de lo sucedido. No se me ocurría nada. Me levanté y me fui al baño, salí y me dirigí al dormitorio. Estaba sentado en la cama con las maletas listas. Por un momento creí que me había pillado y no podía mirarle a los ojos. Me dio vergüenza por lo que le hice. Sin decir nada comencé a besarlo, no se dejaba. Me corrió y se paró.
-¿Qué te pasa Isabel?- preguntó con un tono de enojo y de no entender nada. No supe que responder, callé unos segundos
-nada- fue lo único que brotó de mi boca- lo dices, supongo porque contesté el teléfono- ya poniendo el tema sobre la mesa.
-Por eso y por como has actuado, nunca has contestado el teléfono cuando estamos así, y ¿hoy lo haces?, ¿no quieres estar conmigo?- me preguntó. La respuesta que le daría tendría que ser la mas sincera… no, no quiero estar contigo porque apareció él, y me quedo acá en Chile para vivir con él… pero sabía que esa respuesta no debía darla, porque ni yo misma tenía claro lo que quería. No era difícil darse cuenta que estábamos pasando por una crisis, pero estoy segura que no fue provocada por mi encuentro con él, eso solo acentúo el distanciamiento de mi parte.
-No es eso Ignacio- le respondí. Ya seria lo miré a los ojos- es que noto que nos hemos distanciado mucho, y no por este viaje- se levantó y se sirvió una copa de vino, seguido de su acto, yo prendí un cigarro.
-¿Pero qué dices Isa?- me preguntó con un tono de desesperación.
-Siento que estamos mal, que estamos sumergiéndonos en un a rutina que nos ha distanciado, no tenemos planes a futuro… Ignacio eso me asusta, llevamos juntos cuatro años, y siento que ha sido una relación de adolescentes, de esas que viven el día a día, y no quiero eso, no Ignacio- comencé a llorar, se me acercó y me abrazó fuerte, no dijo nada por varios minutos. El silencio del lugar era interrumpido por mi llanto. A los minutos Ignacio comenzó a llorar, y susurrando en mi oído, me dijo que me amaba. Se me calló el mundo. No dije nada.
Nos dormimos un rato abrazados. Despertó porque se tenía que ir. Lo miré y me dijo que cambiaríamos, que la relación iba a tener futuro, pero que cuando llegara a Madrid conversaríamos. Nos despedimos, le di un beso nostálgico.
-Cuídate mucho- le dije
-No te preocupes-me respondió
-Tu sabes que siempre me preocupo- lo mire
-Te quiero. Te espero en Madrid. Te llamo cuando llegue- me dio un beso de despedida.
Se fue. Lo mire por la ventana hasta que ya no lo divisara. No sabia que hacer.

Se acercaba la hora de mi encuentro. Dude en ir. Sentí temor, temor por quedar más confundida, temor por no ser capaz de volver. no iba a ir… llame a Raúl, y le pedí un consejo. Le explique todo con detalles. No lo quería creer, al principio no supo que decir, pasaron largos minutos y me dijo que fuera y que la decisión la tomara después de verlo, pero que tuviera claro que las decisión que tomaría provocaría cambio en mí; “pon en la balanza todo y sabrás que pesa mas para ti, pero tienes que ir y juntarte con él para saber el peso que tiene…”. Me arreglé y con esas palabras fui a juntarme con él.
Sentía que las cosas se estaban poniendo difíciles, ya a mis veintisiete años, me convertía en una niña sin protección.

Me acercaba al lugar y lo vi, sentado en la vereda. Mis pasos se aceleraron, mi nerviosismo lo demostraban mis manos. Lo saludé, se paro de inmediato:
-¿Cómo estas?- me dijo sonriendo y mostrando sus dientes blancos como la nieve.
-Bien- respondí, y el silencio nos sumergió. Quería tocarlo, besarlo, nacían nuevamente en mí los anhelos y deseos por él. Me tomó de la mano y corriendo me llevó a un lugar, no había nada, no había nadie. No sabía lo que pretendía, pero me daba lo mismo, mientras estuviera con él, lo demás era nada. No decía ni una sola palabra, y eso me desconcertaba, esperaba aunque fuera un susurro. Solo me miraba, me tocaba, recorría con sus manos mi rostro, mis ojos, mis labios, sin decir nada.
Me tomó la cara y me besó. Los minutos pasaban y no nos dejábamos de besar… fue extraño, por primera vez mis ojos permanecieron cerrados e imaginando las cosas mas bellas. En eso me preguntó si quería pasar la noche con él. Mi mente quería decir no, pero mi cuerpo lo pedía a gritos. Le dije que fuéramos a mi departamento.
Caminamos de la mano ansiosos por el reencuentro, ambos sabíamos a lo que íbamos y no poníamos objeción, queríamos, necesitábamos, deseábamos mantener ese contacto; mis rodillas se doblaban, mi cuerpo temblaba sin control.
Llegamos.
Se sentó en el sillón, le serví una copa de vino y por primera vez en mucho tiempo me serví una copa, la música la eligió él, un grupo que no escuchaba hacía tiempo. Me tomó de las manos y comenzamos a besarnos. Nos comunicamos en todo momento por medio del cuerpo, ni una sola palabra salió de nuestras bocas.
Mis deseos fogosos eran evidentes, necesitaba cada roce de su cuerpo en el mío, no pensé en Ignacio, no pensé en los años que habían pasado, solo quería sentirlo una y otra vez. Pasaban los minutos y el goce cada vez era mas placentero, lo disfrutaba al máximo. Él me miraba y me besaba por todo el cuerpo, temblaba a cada instante, temblaba por cada roce que me proporcionaba. Los nervios de estar con él, habían desaparecido, solo el deseo afloraba en mí.
Concluimos.

Desperté y miré a mi lado, lo vi, sentí felicidad y el calor que su cuerpo me daba, me recordaba el pasado. No quise moverme para no despertarlo, pero despertó. Me miró y me besó. Un beso cálido, un beso de pasión escondida que vislumbraba un destello de amor que se había congelado años atrás y que hoy se retomaba. No pensé en nada y nadie, solo en nosotros, y en disfrutar el romance que vivía con él.
capitulo Cinco

Viajes de vida

“No te había podido ver, te busque por todos lados y no estabas, corrí por ti, grité y lloré, y tu no aparecías por aquella puerta… nunca mas volví a vivir. Morí, morí, morí por ti, morí por tu lejanía, morí porque el olvido fue tu culpa, el olvido… fue mi muerte…”

-Creo que tenemos que terminar, no vamos a ningún lado-- dije haciéndome la fuerte, aunque estuviera destruida, pero no iba a retractarme, mi decisión estaba tomada.
Esa fue la frase de la muerte, esa fue la frase que dio fin a un amor que siempre recordé. No dijo nada. Él solo se fue, y no volvió más. En realidad los dos necesitábamos de aquello, el problema era que no se atrevía a decirlo. No se cómo tuve el valor para cortar con aquella relación
Lloré, lloré tardes enteras, pero me convencí que había sido lo mejor.
A los tres meses de vivir esta situación, supe que había viajado a EE.UU., fue a ver a unos familiares. Creí que estaba escapando, pero con el tiempo me convencí que yo escapaba, él solo rehacía su vida. Dio vuelta la página.

Pasaron unos cuatro meses y las ofertas de trabajo llegaron a mi puerta, como una tormenta sin previo aviso. No sabia cual optar, se me hizo difícil tomar una decisión, y creo que siempre a sido así, pero la tomé. A las dos semanas estaba en Santiago a punto de abordar un avión a España. Me iba a Barcelona, ahí me esperaba una vieja conocida, quien fue la gestora del trabajo.
Necesitaba huir, necesitaba salir de la soledad en la que convivía, me dolió dejar a todos, dude en viajar, pero me convencieron de que la oferta era lo mejor que me podía pasar. Me prometí que volvería todos los años que pudiera, aunque todos sabíamos que sería casi imposible. Me fui.
Llegue a esa ciudad, cálida, pero extraña. Desde un comienzo me sentí harina de otro costal, escuchaba ese acento medio calentón del que me burle muchas veces. Me dije que con ese acento no volvería a Chile, aunque supe en el instante en el que me baje del avión, que sería imposible no llegar media españolizada, tomando en cuenta que el chileno es una esponja, absorbe todo lo que está afuera de su cultura, porque lo cree mas “choro”. Me predispuse a no copiar y eso hacia que tuviera un escudo protector del idioma… eso me duro un año más o menos, después solo se fue arraigando a mi cotidianidad, mi vocablo se sumergió al de los demás y pase a ser una chilena esponja. Ya en mí, el “tío” era diario y en todo sentido. Cuando me di cuenta, era tarde, me costaba usar el “sipoh”; el “cachai” y muchos otros que inconscientemente nacen en ti cuando eres chilena, los reemplacé por un “joder” y un “hostias”.
Comencé a trabajar en el hotel “San Cristóbal”, entre las calles Reina Victoria y Borgoña. Quedaba a quince minutos del departamento que me arrendó el gerente del hotel, todo para que no me perdiera, después el lugar lo elegiría yo. Estaba contenta, un nuevo país, una nueva cultura y para que mentir, el pago era excelente, además me ayudo de terapia. A los tres meses ya me arrendaba mi departamento y tenia un grupo de amigos del hotel, con los que salía a conocer y recorrer los bares. Ana maría, la colombiana; dos españoles, José y Franco, una mexicana la Lupe, un argentino Facundo, y yo, la “chilenita”. Lo pasábamos muy bien.
Entablé un lazo mas fuerte con Facundo, era guapísimo; alto, rubio, con unos ojos celestes, muy tierno, nada que ver con los prototipos de argentinos quebrados, agrandados, él era muy humilde y sincero. Mantuvimos un romance que duró unos cinco meses, nada serio ni comprometedor. Seguimos siendo muy buenos amigos.

Aunque estuviera cómoda en Barcelona, seguía sintiendo la lejanía de todo lo que era en Chile, me faltaba mi familia y mis amigos, a él ya no lo recordaba como antes, no tenia tiempo ni para desahogarme seguido, llamaba una vez al mes a mis amigos y aunque eso me destrozaba, seguía firme con las metas que intentaba lograr. Añoraba que pasara el tiempo más rápido para volver.
Para las fiestas de fin de año le dije a mi mamá y a mi hermano chico que vinieran a pasarlas conmigo, obviamente los gastos los cubría yo. Llegaron el veinte de diciembre. Los fui a buscar. Mis ansias de estar pronto con ellos me hacían pasearme de un lado a otro, hasta que vi a mi madre con una cara e susto, nerviosa. Corrí a abrazarla, ya iba llorando, la emoción era grande, mi corazón estaba apretado y acelerado. Ella aún no me había visto. A mi mente se vinieron imágenes de ella y de mí cuando era pequeña…. Lloré más. Me vio y nos abrazamos tan fuerte que no la quería soltar, llorábamos a “moco tendido”. El Roberto también lloró, me abrazo fuerte y me dijo que me había extrañado mucho. Lo abrace aun más.

Nos fuimos a mi departamento. Mi mamá y el Roberto quedaron muy contentos, les encanto mi morada. Luego les mostré la ciudad, pasamos a hacer unas compras para la cena. Tenía todo listo, los días que estarían los aprovecharíamos al máximo.
Nos fuimos a Zaragoza dos días, pasamos la navidad allí. Luego a San Sebastián y a Tolosa, Francia, allí pasamos el año nuevo. Y para quedarnos unos días más, nos fuimos a Marsella. El tour era buenísimo, estaban contentos. Nos devolvimos a Barcelona. Cuando llegamos tenía preparado un encuentro con mis amigos y una visita en el hotel donde trabajaba. Cenamos en el Odesa, un restaurante muy conocido por esos lugares. Mi tristeza se estaba acaparando de mi rostro, ya que tenían que irse de mi lado, y eso me destrozaba. No quería que se fueran, no quería que me dejaran sola, pensé en volver, pero mi madre no me dejó.
Al otro día los deje ir.

Llevaba en Barcelona un año y medio y el gerente del hotel me propuso un nuevo trabajo, el sueldo era mayor, pero era en otra ciudad, Valencia. No era tan lejos, pero me dificultaba la idea de empezar de nuevo. Mis amigos me apoyaron y me fui.
Allí conocí a Ignacio.
No tenía nada que ver con el Hotel, en cierta medida si, era un huésped. Era chileno, eso fue lo que nos unió. Por mi acento medio extraño me habló cuando yo terminaba mi turno.
-¿De dónde eres?-me preguntó
-Chile- respondí. Noté de inmediato un rostro amigable, él igual
-yo, de Coquimbo- rió. Fue agradable hablar con un compatriota. Salimos dos veces y se fue, solo andaba de paso por Valencia. Tenía que volver a Madrid, allí residía. Su trabajo no le permitía estar mucho tiempo en un solo lugar, viajaba mucho.
No me enamore de él, lo vi mas bien como un amigo.
Comenzó a viajar mas seguido a verme, a enamorarme, y lo logró. No se si fue él o que era chileno y sentía lo mismo al recordar que estaba lejos, lo que nos llevó a tener algo. Hoy estamos juntos, llevamos cuatro años, al principio el seguí viviendo en Madrid y yo en Valencia, nos veíamos todos los fines de semana que se pudieran y en las vacaciones. Hoy yo vivo en Madrid, tengo mi departamento y un nuevo trabajo.
Fuimos a Chile juntos al año de ser una pareja. Estuvo en Valparaíso una semana, lo conocieron mis amigos y mi familia, pero no como yo quería que lo conocieran, pues viajó a Coquimbo. Volvimos a Chile por cinco días para navidad y año nuevo del mismo año. Dos años después volvimos a viajar, él cinco días, por su trabajo no puede estar lejos de Madrid, y la cuarta vez que pisamos tierra chilena juntos, es ahora. Ahora que la confusión y el pasado ha vuelto a invadir mi mente. Él no se da cuenta. No importa, tendremos que volver a Madrid y lo que siento no será primordial. Volveremos a la rutina.
capitulo cuatro


ÉL

Me quedaban cuatro días en la ciudad, y no quería irme, por momentos pensé en dejar todo lo que tengo allá por estar nuevamente con mis seres queridos. Ignacio, emocionado porque regresaríamos, me decía que me olvidara en volver, que teníamos una vida buena y placentera allá, pero eso no me satisfacía en este momento, y lo que me hacia feliz hoy, era estar mas tiempo en Valparaíso. Me propuso que me quedara una semana más, que hablara al trabajo, total me debían varias vacaciones y días libres, pero lamentablemente para él, tenía que volver, me dijo que lo pensara, y eso es lo que hice.

Nos fuimos a la casa de Raúl, haríamos un asado.

De la nada, mi mente viajo a m pasado, y me quede largos minutos recordándolo, a él. Al que mi mente ya no nombra, al que busco en los recovecos de mi conciencia, al que no recuerdo con exactitud, y que solo la última imagen de él se me viene a la retina, la del encuentro, el encuentro casual, y que no hice nada. Nada por llamarlo, nada por verlo nuevamente, nada, nada, nada, como es de mi maldita costumbre.

En el asado, conversamos mucho con Raúl. Su pequeño hijo, Daniel, que además es mi ahijado, hizo que renaciera en mi, el instinto que había desaparecido hacia muchos años. El instinto de madre, en realidad no se si hizo que renaciera, pero las ansias de de tener un hijo afloraron en mi mente y mi corazón, como años atrás… cuando lo único en lo que pensaba era en tener hijos, y llenar la casa de piecesitos corriendo por todos lados. Creo que era por un asunto de no sentirme sola, o de demostrar independencia y que podía ser responsable, aunque nadie creyera en mí… pero ese sentimiento lo creí muerto, pues primaron en mí otras expectativas de la vida, como desarrollarme profesionalmente, y lo estoy logrando. No se si sea capaz de tal responsabilidad ahora, ya que mi trabajo y mi desarrollo personal ocupan todo mi tiempo. Veía correr de un lado a otro a Danielito, que ya tenia dos años, jugaba inocentemente con todo, a Ignacio lo tenía histérico, y hacia darme cuenta que no tenia paciencia con los niños, y eso de una manera u otra me afectaba. Pase toda la tarde viéndolo jugar, le sacaba fotos para tenerlo en todo momento. El Raúl, de una manera medio dudoso y casi murmurando, me preguntó que si había futuro con Ignacio, futuro obviamente de formalizar la relación. No supe responderle, no se lo que suceda y eso de alguna mínima manera me conmovió. Trate de no pensar en aquello, y no respondí, porque no supe que decir. Lo que sentía y pensaba siempre me lo guardaba o lo escribía, pero esta no fue la excepción, me guarde la respuesta.

Llegando al departamento, le pregunte a Ignacio se teníamos proyecciones juntos, el silencio cautivo el auto, respondió que si, pero con inseguridad, ,no volví a hacer ninguna pregunta mas, y le pedí que me dejara en Pedro Montt, quería caminar un rato, él solo quería llegar al departamento a dormir , no puso objeción, me baje y comencé a caminar.

Caminando distraída, divise a lo lejos una persona reconocida, como andaba sin anteojos y ya estaba medio oscuro, no lograba verle la cara. Era un hombre, no muy alto, grande, daba pasos largos, pero no apurado, se acercaba a mi, no me daba temor alguno, sentía que lo conocía de toda la vida. Seguí adelante, de repente busque su mirada, y sus ojos se conectaron con los míos.
Era él.
Nos detuvimos, nos miramos extrañados, él diciendo como: ¿y tu, desde cuando estas acá?- y yo, solo pensando en el reencuentro pasado y que ahora sí, haría algo.
Un tibio “hola como estas”, me salió, en cambio a él, un abrazo, lleno de ternura, lleno de pasión, lleno de sentimientos que extrañaba. Un beso en la mejilla, de esos que estamos acostumbrados a da dar, pero esta vez, fue diferente, no quería recibirle un acostumbrado beso, y menos quería darle uno de esos, hubiese preferido uno de pasión, uno alocado, uno melancólico.. Uno de amor…Nos miramos unos segundos, y fue como si el tiempo y los años no hubieran pasado, pero pasaron y ya se nos notaba en los cuerpos, en los rostros y en las mentes.
Le dije que nos fuéramos a tomar algo para conversar, aceptó muy contento.

Caminábamos hacia un bar, como por inercia, no hablamos nada, hasta llegara algún lugar. Nos sentamos, pidió una botella de vino tinto, añejado, no quise recordarle que no me gusta el vino, pero él lo recordó, me pidió un pisco sour.

Mi euforia se notaba, hablaba, hablaba y hablaba. Me di cuenta, creo que a tiempo, solo dijo que me extrañaba mucho. Callamos. Lo miré detenidamente y vi que aun se prendían chispas en los ojos. Baje la mirada. Me tomó la mano y dijo que nunca se había olvidado de mí. No supe que decir. Tomé un sorbo de pisco sour, prendí rápidamente un cigarrillo, él igual. Traté de sentir su olor, se me había olvidado, olía a cigarro, a ese olor que está impregnado en la ropa, en el cuerpo, no se porque nunca lo recordé hasta estar ahí con él, si yo tengo el mismo olor, solo que a veces se oculta con un poco de perfume.

Sentía ganas de saltar encima de él, besarle, acariciarle, sin dejar que se fuera, me contuve, esperaba gustosa, que lo hiciera él. No fue así. Miré la hora, no de mal educada, sino porque noté que el bar estaba cerrando. Las tres de la mañana, Ignacio debe estar preocupado, ¡pero que va! Estoy con él, y no quiero dejarlo ir.

Comenzamos a caminar, hablando de todo, y todos. Recordando el pasado y contándonos lo que hacíamos en nuestro presente. Estaba tan alegre, que por mas que trataba de contenerlo, no podía, mi sonrisa era inminente. Me dio su número de teléfono y dirección, igual yo.
-¿Tan lejos vives?- Me dijo, solo hice una morisqueta de un “lo siento”. Rió, reí y de pronto me abrazo nuevamente, yo igual, no lo quería soltar. Era un abrazo como de bienvenida/despedida. No lo entendí, solo sentí un escalofrío, comencé a temblar y por instinto lo busqué para besarlo. Mi interés se notaba, él se controlaba, no se porque. No le dije nada de la existencia de Ignacio. Me corrió la cara y no me dejó besarle, me entristecí en ese momento, pero no me importo mucho, el solo hecho de estar en sus brazos me satisfacía en plenitud. Pasaron largos minutos y no me soltaba, no me importaba quería estar así por días, y días. En un lento movimiento sentí sus labios rozando mi mis mejillas hasta sentirlos con los míos, y una unión que no concebía hacía mucho. Un beso tierno, con cariño y que de a poco se transformaba en uno apasionado, de deseo incontrolado, uno de necesidad que afloraban en nuestros cuerpos. Quería que no terminara, el deseo nos estaba consumiendo, sentía sus manos en mí y las caricias que me proporcionaba me estremecían en lo más íntimo. Yo hacía lo mismo. Ambicionaba con irme con él, a otro mundo, que me llevara donde él quisiera, por primera ves correría todos los riesgos y no pondría objeción alguna. Me había olvidado por completo de Ignacio y de todos mis planes.
Me preguntó si nos volveríamos a ver, yo obviamente dije sin dudar, que sí. Me dejó en la puerta del edificio, no me dio otro beso. Te llamaré mañana, dijo. Se dio media vuelta y se fue. Quedé pasmada, necesitaba contarle a alguien. Pero era muy tarde y mi felicidad en conjunto con mi ansiedad, tendrían que esperar hasta mañana para decirle a la Pame, que en ese momento sentí que debía saber para escuchar algún concejo.

Entré al departamento, olvide que Ignacio estaba allí, metí bulla, no tomé conciencia de su sueño placentero. No despertó. Miré la hora; las cuatro y media. Me fui a acostar, no podía cerrar los ojos de la emoción, pero los cerré y me dormí.
En la mañana Ignacio me pregunto a la hora que había llegado, mentí, me creyó. Llame a la Pame para contarle, quedamos de acuerdo que nos juntaríamos a almorzar, Ignacio iría a hacer algunas compras solo

jueves, 8 de julio de 2010