viernes, 25 de septiembre de 2009

A la uva nacida de la parra

Escucho el canto de una voz particular,
cierro mis ojos para volar unos minutos y
al son de los acordes de una guitarra;
aparece la imagen de aquella mujer:
con poca gracia, de pelo largo y negro
como la misma noche sin luna,
de ojos medios saltones y de manos grandes,
y en una de esas manos, una simple y compleja:
guitarra que acompaña a esta gran mujer.

Se impregna esta imagen en mi mente,
y mi oído, que va quedando sordo,
escucha los acordes que ya son únicos,
mezclando las letras campestres, de historias
rurales, de amores y llantos,
me dejo envolver en la melodía clásica
de la gran Violeta.
las letras aparecen de mi voz,
como si yo misma hubiera tenido participación,
su música resuena en mi cabeza;
y yo, simplemente: canto.

Solo Violeta;
aquella dulce uva nacída de la Parra,
al sur de donde he nacido yo,
escucho su canto; el canto de la vida,
de aquella valiosa mujer,
que en silencio tomó su lugar,
en el mismo lugar, quedó en silencio.
Violeta; recolectora de historias,
de vidas y amores,
Violeta; la cantante, artesana y pintora,
violeta; la viajera, mujer y madre
tu guitarra es música,
y tu voz inigualable.