Nostalgia del pasado
Los recuerdos de mi infancia van vienen, algo así como flashes en mi mente y me dejan vagando por minutos, en un viaje infinito de colores y música, que fueron siempre mi inspiración. No recuerdo bien cuando fue la primera vez que tuve las agallas para bailar en publico, creo que fue en el colegio y no por una voluntad que me inspiraba tal confianza que lo haría bien, mas bien un interés de satisfacción por ser la niña de la casa, aquella que es medio artista, un conglomerado de aficiones que me llenaban en toda su plenitud. Bailé, no recuerdo si lo hice bien, pero todos los años en septiembre justo para el cumpleaños de chile, así me enseñaron, bailaba en los concursos de cueca que organizaba el colegio. Mi alegría se notaba, me gustaba sobresalir en todo lo que hacia. Y los premios no eran una fuente de mi inspiración, mas bien el reconocimiento de la gente.
Obtenía siempre uno de los tres primeros lugares.
Luego evolucioné, creo que de una manera paulatina, comencé a conocer otros estilos musicales, mas populares, juveniles, en mi casa siempre se escuchó un sin fin de grupos, folclórico, latinos, anglo clásico, rock and roll y muchos mas, me gustaba recostarme bajo un sillón a escuchar la música que tanto me atraía, empecé a crecer y mis gustos variaban . Y junto a mis amigos formábamos grupos y pasábamos horas ensayando diversas coreografías para presentárselas a nuestras mamás .Organizábamos todo; la ropa, la canción, las posiciones en las que saldríamos al supuesto “escenario”, las presentaciones y mucho mas. Nos gustaba expresarnos por medio de aquellos ritmos, siempre fue así.
Recuerdos como estos son los que me dan una fuerza enorme para buscar la felicidad, en aquellos tiempos fui feliz, y aunque sigo aseverando que para mi la felicidad es momentánea me gusta cuando encuentro aquellos instantes que me hacen creer que alguna vez en mi vida lo seré para siempre, aunque no sea así. El hecho de pensarlo me proporciona una adrenalina satisfactoria en mi, que me vuela al mundo de los sueños y deseos que tanto anhelo cuando estoy sola.
Ignacio llega cansado de sobremanera los jueves, entra con cuidado, sigiloso, para no molestar mi tranquilidad y mi disfrute de la casa a oscuras con música romántica. Me entiende y me deja ser. Solo un beso me aterriza de las fantasías que imagino, un beso de saludo, de los que se reparten durante toda tu vida, de aquellos que pasan inadvertidos, solo son un “hola” y nada más. No digo nada, me gusta que sea así, un respeto por los espacios. Se va a la pieza y se acuesta, se que me esta esperando para conversar, de lo que sea, de política, economía, del país, de él, de mí….
Yo sigo en el living, sentada en el suelo con una copa de pisco sour, me encanta el pisco sour, es un goce constante el beberlo sin control, lo disfruto como uno de los placeres mas agradables que mi cuerpo y mi mente pueden desear, algo así como el cigarro, aunque sé es una adicción, un asesinato de mi cuerpo, pero que gozo a concho. Pienso en todo y busco soluciones a los problemas que me aquejan y cuando estoy melancólica, como creo, es una costumbre, escribo, descargo mi sentir en un papel que llevo conmigo en silencio y a escondidas.
Como a las 11 de la noche, me da sueño y apago la radio, guardo y dejo todo limpio y me voy a acostar. Es el tiempo de Ignacio. Corresponde no lo veo en todo el día. Regaloneamos un rato, me abraza, de esos abrazos que te hacen sentir protegida, de aquellos que no quieres que te dejen. Planeamos el futuro cercano, ese diario vivir, lo que haremos el fin de semana, pero no visualizamos una vida entera juntos, creo que por mi parte se nota que mis sentimientos no son tan fuertes, o en realidad si lo son, y yo no me he dado cuenta. No me molesta, a él tampoco, eso creo, nunca tocamos esos temas, ¿por miedo quizás?, ¿para evitar rutinas?, no se.
Me levanto a beber algo de agua. Camino descalza por el departamento, me gusta sentir el suelo directo con mis pies. Me paseo unos 2 o 3 minutos y vuelvo a la cama. Ignacio duerme, lo observo por unos segundos y me duermo.
Han pasado tres días desde que me junte con mis amigos, Y no he tenido tiempo para hablarles por teléfono, ¿creerán que soy ingrata?, pero no es así. Eso de estar visitando a los familiares me ha mantenido ocupada, pero siempre esperando el nuevo día para juntarnos. Pensaba en llamarle para el fin de semana y que, como lo habíamos prometido, juntarnos a beber algo en mi departamento, pero creo que lo tendré que posponer, me voy a visitar a otros parientes al sur. Mi madre quiere que la acompañe junto con mi hermano chico, unos pequeños primos e Ignacio. Quería juntarme con ellos, para otro día lo dejaré, los llamo y les explico ¿creerán que no quiero juntarme con ellos?, espero que no, y que entiendan que no es porque no quiero, sino que vuelve a primar en mi, el no puedo.
Nos vamos con Ignacio en el auto.
CAPITULO DOS: LIBRO INÉDITO
ESCRITO POR LAURA RIVAS
"EN SILENCIO" AÑO 2004